Ha soplado una fuerte ráfaga de viento y el puzzle que teníamos formado se nos ha descompuesto, las piezas se han dispersado. Aunque quisiéramos construirlo de nuevo, ya las piezas deterioradas, no encajan en su lugar. Tenemos que echar mano de la imaginación para hacer nuestro propio puzzle.
Cuando estamos inmersos en plena crisis, esta y otras, nunca se sabe hacia donde tirar, que estructuras conservar y cuales desechar. ¿Cuales nos servirán para el futuro? ¿Que estrategias aplicar? ¿Será mejor no hacer nada y esperar a que las aguas se tornen mansas?
En esta situación cambiante, llena de incertidumbre y de preguntas sin respuesta, donde cada día nos despertamos con nuevos escándalos económicos, el mercado del mundo del arte está especialmente tocado, dada la naturaleza de la obras de arte como bien prescindible, mientras no están cubiertas otras necesidades mas básicas. Dicen algunos, que el arte en estos momentos se convierte en un bien refugio para inversores. No creo nada de esto. No creo que esa sea la realidad. Cuando todo se está devaluando, los precios de las piezas de arte también van cuesta abajo, no hay mas que mirar a las casas de subastas mas conocidas.
Bien, y ante este panorama desalentador, ¿que papel jugamos los artistas, actores olvidados de la película? ¿Por que nuestra voz es la que menos se escucha? Tenemos el bien más preciado en el mundo del arte, el que más valor tiene, el producto de nuestro trabajo, sin embargo la mayoría de nosotros nos sentimos ignorados, ninguneados, engullidos por la “maquinaria”, nuestras opiniones no cuentan. Nuestro valor no se corresponde con la figura que nos representa. Parte de esta situación nos ha venido dada por la propia filosofía de los artistas, tan obsoleta como la estructura actual del mundo del arte. Nos hemos dedicado a crear, metidos en nuestros estudios, dejando toda la parte de gestión a otros, que han ido componiendo un puzzle donde no encajamos, pero que por inercia o por ineficacia tampoco hemos sido capaces de cambiar.
Y en estas circunstancias cuando todo se tambalea, pero no sólo a nivel económico, se intuyen cambios más profundos, la tecnología lo está revolucionándolo todo, pienso que toca retirarnos a nuestros cuarteles de invierno, a reflexionar sobre que mundo del arte queremos para el futuro, si es el momento oportuno para empezar a hacer algo, si los artistas queremos jugar un papel más activo en la gestión del fruto de nuestro trabajo. Retirarnos también para hacer nuestro mejor arte, el más sólido, ese que está lleno de emocionalidad, de buena técnica, ese que dispara al corazón del que lo mira.
Deja una respuesta